En las playas tanto oceánicas como de agua dulce de Uruguay se encuentra con frecuencia una arena negra que deja los pies «sucios» si se camina descalzo. La arena se compone mayormente de pequeños trozos de cuarzo, pero si se acumulan otros minerales más densos y oscuros, tenemos esta otra apariencia como de marmolado negro.
Producto de la acumulación por el avance y el retroceso del mar en los últimos quince mil años, tenemos un importante yacimiento de arenas negras en la costa del Departamento de Rocha. Se ubica específicamente entre el Arroyo de Valizas y Punta Palmar. Esta zona fue analizada para su posible explotación minera en la década de los 60 por la empresa estatal ANCAP.
Explotación de las arenas negras
En este estudio se constató una proporción del 60% del mineral ilmenita, utilizado para la extracción de titanio y para la elabroación de protectores solares por su resistencia a los rayos UV. En menor proporción, cerca del 1%, se encontró rutilo, un óxido de titanio que también se usa en la producción del metal titanio y en la fabricación de pigmentos.
Un 5% de las arenas negras de Rocha contienen además circón, de donde se extrae el zirconio empleado en varias industrias. También hay magnetita, pero este mineral tiene escaso valor comercial. Cerca de 0,65% es monacita, un mineral radioactivo, es el más valioso a nivel comercial, pero es el más escaso, por eso tampoco supone un riesgo para la salud de las personas que visitan las playas.
El estudio cuantificó que explotando unas 5.200 hectáreas y hasta seis metros de profundidad, se podría extraer entre seis a siete millones de toneladas de estos minerales. Por suerte, no se llevó a cabo la extracción, pero la situación podría cambiar si el precio de los minerales se dispara. Las consecuencias de la explotación de las arenas negras serían muy graves a nivel medio ambiental, se corre riesgo de contaminación y de alterar un ecosistema que ya es frágil.