La intrigante vida de Juana de Ibarbourou

Foto de Juana de Ibarbourou

Del matrimonio entre el español Vicente Fernández y la señora Valentina Morales, el 8 de Marzo del año 1892, nació en Melo la poetisa Juana de Ibarbourou, también conocida como Juana de América. Su verdadero nombre era Juana Fernández Morales, pero a los 20 años se casó con el capitán Lucas Ibarbourou, y a partir de entonces llevó el apellido de su marido.

Vivió en su ciudad natal hasta los 18 años, y fue allí donde comenzó a escribir. En su libro Chico Carlo refleja sus vivencias de la niñez. Actualmente, su casa del Departamento de Cerro Largo funciona como museo. Luego se mudó a la cuidad Montevideo, a una casa ubicada en Asilo, entre las calles Pernas y Comercio, donde vivió durante tres años.

La adaptación al ruido y al estilo de vida acelerado de la capital uruguaya fue una transición muy penosa. Con el paso del tiempo llegó a enamorarse de la ciudad, y en ella se inspiró para escribir sus tres primeros libros: Las Lenguas de Diamante, El Cántaro Freso y Raíz Salvaje.

Vida de Juana de Ibarbourou

Pero no fue solo su obra literaria la causa de su fama. Juana de Ibarbourou poseía una belleza cautivadora y fue deseada por muchos hombres. En la época era objeto de envidias y todos pensaban que con su belleza, la fortuna de su esposo, su fama como escritora y una familia constituida, la felicidad de la poetisa estaba garantizada.

Cualquiera podía pensar que había llegado a su plenitud y conocido la felicidad. Pero sin embargo, su vida resultó ser un calvario. Luego se supo que fue víctima de la violencia de su marido y de su hijo.

Su marido gastaba su dinero en lujos, que para Juana no tenían sentido. Comenzó a construir una mansión en Pocitos. Vivían en ambientes con grandes dimensiones, decorados con lo último en estilos de la época, materiales de primera calidad y revestimientos en cedro. En esa casa no existía rincón que no resultara ostentoso.

Juana de Ibarbourou, sumida en la tristeza, comenzó a inyectarse pequeñas dosis de morfina. En esa época la morfina se compraba sin ningún tipo de restricción, la empleada de la casa se encargaba de comprarla en la farmacia. Todo el reconocimiento como escritora lo obtuvo antes de sus 30 años. El resto de su vida lo pasó encerrada en su casa, observando el mundo a través de la ventana.

Finalmente la familia se enteró de la adicción de Juana. Tras consumir una dosis alta de morfina, se desmayó y casi sin pulso fue hospitalizada. Los mejores años de su vida los vivió en una pequeña casa en la esquina de Comercio (actual Solano López) y Mahoma.

Durante los años que vivió en Buceo se la vio pocas veces. Los vecinos que hace años viven allí, recuerdan que ocasionalmente salía sola por la noche a dar paseos por la rambla, en bata de dormir, pero siempre maquillada y con un porte muy especial.

Al periodista Diego Fischer siempre le intrigó la vida de la poetisa, pero su curiosidad se acrecentó más, luego que llegara a sus manos una carta de Juana dirigida a un médico, dónde revelaba su romance prohibido con un hombre casado con hijos y 20 años menor.

En ese momento decidió escribir sobre su biografía, recopilando testimonios de allegados, amigos que conocieron de cerca todas sus penurias. El libro se llama Al Encuentro de Las Tres Marías y hoy es la única biografía escrita dedicada a la poetisa.

Reconocimientos a la obra de Juana

En 1929, en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, con la presencia de grandes personalidades, fue nombrada Juana de América. El Dr. Juan Zorrilla de San Martín le entregó personalmente un anillo, que en forma simbólica representaba su casamiento con América. Juana de Ibarbourou tuvo un puesto destacado en la Academia Nacional de Letras, presidió la Sociedad Uruguaya de Escritores y obtuvo el Gran Premio Nacional de Literatura.

Sus obras trascendieron fronteras. En 1950 se publicaron sus obras completas en Madrid, incluyendo dos libros hasta el momento inéditos: Dualismo  y Mensaje del Escriba. Fue premiada en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid.

En las bibliotecas de las universidades de Stanford y Harvard se encuentran sus obras y hasta el día de hoy están incluidas en los planes de estudio. El día de su muerte se declaró duelo nacional y su velatorio tuvo lugar en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. Hoy su retrato circula en los billetes uruguayos de mil pesos.

×