En el Departamento de Colonia, en el kilómetro 264 de la Ruta 21 y a solo diez kilómetros de la ciudad de Carmelo, se encuentran los restos arqueológicos de una estancia de las Misiones Jesuíticas, que en la época colonial contaba con una extensión de más de 42 leguas, según la medida que se usaba entonces (aproximadamente 202 kilómetros).
En su época de mayor productividad, en estas 140 mil hectáreas limitadas por el Arroyo de las Vacas, el Arroyo San Juan, el Río de la Plata y el Cerro de las Armas, los jesuitas alojaban a esclavos negros y peones indígenas que desarrollaban diferentes actividades productivas. Durante el período de ocupación de los jesuitas (entre 1741 y 1767) llegaron a vivir 250 personas. Por entonces dirigían las actividades los jesuitas Alonso Fernández y Agustín Rodríguez.
La estancia jesuítica, también conocida como la Estancia del Río de las Vacas o Estancia de Belén fue autosustentable y proveía además a los poblados de la región, que por entonces eran Colonia del Sacramento ocupada por los portugueses, Montevideo y Buenos Aires.
Contaban con un molino y corrales donde mantenían el ganado para realizar la molienda. Disponían también de un telar para confeccionar las prendas que fueran utilizadas por los habitantes y cuatro hornos, dos de ellos utilizados para quemar la piedra caliza (de ahí el nombre “Calera”) y los otros dos para fabricar tejas y ladrillos. El predio también albergaba una herrería, una panadería, un almacén y una huerta, sus habitantes disponían de todo lo necesario para autosustentarse. Los jesuitas de la Calera de Las Huérfanas fueron los pioneros en el cultivo de vid en lo que es hoy territorio uruguayo.
Cómo llegar a la Calera de las Huérfanas
Para llegar a las ruinas desde la ciudad de Colonia se debe tomar la ruta 21, pocos kilómetros antes de llegar a Carmelo, se puede ver un cartel a mano derecha que señaliza el camino de entrada a la Calera de las Huérfanas. Se debe seguir este camino asfaltado unos pocos kilómetros y pasar un pequeño puente que atraviesa un arroyo.
Pocos metros antes de llegar y divisar el centro mismo de la estancia, que es la capilla y los restos de las antiguas viviendas de sus habitantes, sobre la vera del camino se divisa un cartel que indica “Hornos de Cal”. Los visitantes pueden recorrer las ruinas de estos hornos que constituían la principal actividad de la estancia, y desde allí se puede continuar el trayecto hasta el casco de la estancia por un camino que se transita a pie entre el monte. Luego de una caminata de diez minutos por este camino bien cuidado y desmalezado, donde el viajero puede apreciar diferentes variedades de flora autóctona y sentir un persistente olor a miel durante todo el trayecto, se llega al centro de la estancia.
Para el que no pueda hacer este recorrido a pie, sigue estando el acceso en vehículo desde Juan de San Martín: se debe continuar el recorrido desde los hornos y después de pasar un recodo, a unos pocos metros ya se ven los yacimientos. Al llegar al sitio, lo primero que se distingue son las ruinas de lo que fue en su momento la Capilla, construida de ladrillos gruesos fabricados por los mismos habitantes. Más a lo lejos se ven muros de 19 cuartos divididos por dos patios y un poco más retirada del centro, la construcción de 22 ranchos que fueron en su momento de paja, donde se alojaban los esclavos negros con sus familias y los indígenas, todos convertidos al cristianismo.
Pasando una tranquera se accede a las ruinas principales que están cercadas, y allí lo va a recibir una guía turística para recomendarle el recorrido que tiene que hacer. En una construcción más reciente se exhiben objetos encontrados durante las excavaciones del equipo de arqueólogos y se muestra un video donde se explica la historia de la Calera de las Huérfanas.
Las Misiones Jesuíticas
Las Misiones Jesuíticas se caracterizaron por predicar el evangelio a lo largo del los ríos Paraguay, Paraná y Uruguay, formando 48 reducciones conocidas con el nombre de “Misiones”, “Doctrinas” o “Pueblos”, integradas algunas por más de 10.000 habitantes.
Las Misiones no tenían diferencias en su organización, tanto en lo urbano, social y administrativo, lograron un gran desarrollo económico, exportando a Europa yerba mate, azúcar, artesanías en madera, cuero, ganadería, explotaban la cal, ya que en las cercanías habían yacimientos de piedra caliza. Pero lo que los caracterizaba es que no manejaban dinero, sino que realizaban trueques por la mercadería que necesitaban.
Cada reducción era dirigida por dos padres jesuitas y los demás integrantes de la colectividad eran indígenas. El hombre podía casarse a los 15 años y la mujer a los 12 años, recibiendo la pareja lo necesario para emprender una familia, y una vez que tenían hijos se los educaba y mantenía por la colectividad. Fue un sistema económico, social y político que tuvo un gran emprendimiento de los jesuitas y teniendo grandes logros que terminó inquietando a España y Portugal.
Historia de la Calera de las Huérfanas
En 1767, el rey Carlos III de Borbón expulsó a los jesuitas de sus colonias en América, dejando la Estancia del Río de las Vacas a cargo de la Junta de Temporalidades de Buenos Aires. En el año 1774 la estancia es adquirida por un matrimonio español y posteriormente es entregada a un grupo religioso y se convierte en residencia de niñas huérfanas, de este momento de su historia es que obtiene el nombre “Calera de las Huérfanas”.
Años más tarde, el prócer uruguayo José Gervasio Artigas repartió estas tierras entre 40 beneficiarios, pero luego de su muerte perdieron sus derechos. Las tierras se fraccionaron nuevamente y se pusieron en venta. Con el pasar del tiempo, entre batallas y conflictos civiles, las tierras quedaron en un total abandono, las edificaciones sufrieron derrumbes, se quitaron materiales para reutilizar en otras construcciones hasta que quedaron los cimientos de lo que fue antiguamente una gran estancia y una capilla sin techo.
Reconstrucción de la Calera de las Huérfanas
En 1976, las ruinas de la Calera de las Huérfanas fueron declaras Monumento Histórico y en 1977 se comenzaron las obras de restauración. Posteriormente, se emprendió una investigación arqueológica en todo el predio, apoyada por el proyecto de Puesta al Valor Cultural.
En la actualidad, con el emprendimiento de un grupo de habitantes de Carmelo, integrantes de la Comunidad de Vida Cristiana, la ONG Movimiento Pro Calera de las Huérfanas, la Intendencia de Colonia y la Junta local de Carmelo, entre otros colaboradores, se trata de mantener vivo el espíritu de lo que fue la obra de Las Misiones.
Se reparó la cruz de la capilla, se mantiene un parque nativo plantado por Gasoducto Cruz del Sur y se proyecta la iluminación de las ruinas. El Ministerio de Turismo y Deporte incorporó el Centro de Interpretación del que hablábamos, que es a la vez una sala de exhibición y un sitio para eventuales disertaciones encabezadas por historiadores.
El objetivo principal de este grupo de personas es fomentar el turismo en la zona, transmitir el valor histórico de La Calera de las Huérfanas y despertar el interés sobre el legado que nos han dejado las Misiones Jesuitas. El Centro de Interpretación de La Calera de las Huérfanas permanece abierto al público de miércoles a domingo en el horario de 14 a 18 horas.