
El Puerto de La Paloma, inaugurado en 1910 sobre el Océano Atlántico, es la terminal más al este de Uruguay y se encuentra muy cerca del centro de la ciudad balnearia del mismo nombre, en el departamento de Rocha. Es un paseo interesante para quienes buscan una alternativa a la playa, con actividad durante todo el año.
En los accesos al puerto, aún se conservan edificios que en su momento fueron plantas de procesamiento de anchoas. Hay varios locales gastronómicos especializados en productos del mar, donde se pueden probar buñuelos de algas, miniaturas de pescado, rabas, empanadas de pescado y camarones, entre otras opciones. Para quienes prefieren cocinar en casa, hay pescaderías que venden pescado y mariscos frescos. También se puede conseguir carnada para la pesca.
Además, el puerto es un excelente punto de avistamiento de ballenas entre julio y octubre, convirtiéndose en un atractivo imperdible para visitantes y residentes.
Actividad portuaria

El Puerto de La Paloma cumple múltiples funciones: es una base clave para la pesca artesanal, un puerto deportivo y un punto estratégico para la logística marítima. En sus muelles, se pueden ver pequeños botes de pescadores locales junto a embarcaciones deportivas. El puerto cuenta con 65 amarras que incluyen servicios como vigilancia las 24 horas, iluminación, agua potable, energía eléctrica y baños con duchas. Aunque se ofrecen amarras a borneo, no hay servicio de botes a las embarcaciones. Para más información, se puede contactar a la dirección de correo electrónico [email protected].
Además, el puerto alberga una base de la Prefectura Nacional Naval, encargada de custodiar los límites marítimos del país. También operan allí tres grandes buques que brindan apoyo logístico a embarcaciones en aguas uruguayas, realizando tareas de abastecimiento, rescate y traslado de tripulaciones. Muchas naves nacionales y extranjeras utilizan sus instalaciones para cargar combustible, reponer provisiones o resguardarse durante temporales.
Pesca artesanal en el Puerto de La Paloma

La pesca artesanal es especialmente intensa en primavera y verano, cuando las aguas más cálidas atraen una gran variedad de especies, entre ellas corvina blanca y negra, pescadilla de calada, pargo blanco, palometa, brótola, lenguado y cazón. También es común la captura de rayas, tiburones y mariscos como langostinos, mejillones y almejas. En otoño e invierno, la pesca disminuye, pero aún se capturan algunas especies como corvina blanca, pescadilla de calada, mochuelo y mejillón azul, que se mantiene disponible todo el año.
Uno de los puntos más frecuentados por los pescadores es la escollera, que se extiende por más de un kilómetro y cuenta con un faro en la punta. Es común ver a personas pescando con caña y reel, especialmente cuando comienzan a salir las corvinas, generando un verdadero espectáculo. Cerca de la punta, la profundidad alcanza los 10 metros, lo que favorece la presencia de cangrejos y mejillones que atraen a diversas especies de peces.