El mburucuyá (Passiflora caerulea) es una planta trepadora originaria de América del Sur, conocida por su impresionante floración y propiedades medicinales. Su flor, con su centro de un vibrante color violeta azulado, es una de las más distintivas de la familia de las pasifloras, motivo por el cual se la denomina también «flor de la pasión» o «pasionaria azul».
El mburucuyá no solo embellece nuestros jardines con su exuberante floración, sino que también nos conecta con el folklore y las tradiciones de los pueblos indígenas. Su historia, sus usos medicinales y su belleza hacen de esta planta una verdadera joya de la flora uruguaya.
Características botánicas
El mburucuyá es una planta perenne que puede alcanzar alturas de hasta 20 metros si encuentra un soporte adecuado, gracias a sus zarcillos trepadores. Sus hojas son alternas, ovadas y de color verde oscuro, y el fruto es una baya ovoide de aproximadamente cinco centímetros, que madura a un color anaranjado o amarillo brillante. Este fruto, aunque comestible, tiene un sabor insípido que lo hace poco popular en la gastronomía, pero es una fuente de alimento para diversas aves y mamíferos.
La planta crece mejor en suelos bien drenados y con buen contenido de materia orgánica. En climas tropicales, Passiflora caerulea florece durante todo el año, mientras que en regiones de clima templado, como Uruguay, su floración se limita a la primavera y el verano.
Usos y propiedades
Además de su atractivo ornamental, ideal para cubrir pérgolas, muros y enrejados, el mburucuyá tiene aplicaciones medicinales. Las infusiones elaboradas con sus hojas y tallos jóvenes se conocen por sus propiedades sedantes, hipnóticas y antiespasmódicas. Estas infusiones se deben consumir con precaución y en dosis moderadas, debido a su potente efecto sedante.
Leyenda guaraní del mburucuyá
La leyenda cuenta la historia de Mburucuyá, una joven española que llegó a las tierras guaraníes acompañada de su padre, un capitán español. Ella se enamoró de un cacique guaraní, pero su padre no aceptaba la unión. A pesar de los intentos de Mburucuyá de evitar un matrimonio arreglado con otro capitán, el padre insistió.
Los amantes se encontraban en secreto en la oscuridad de la noche, pero un día el cacique ya no apareció. Mburucuyá descubrió que fue asesinado por su padre. Encontró el lugar donde yacía el cuerpo. Con gran dolor, lo enterró, colocando sobre su tumba una flecha que él le había regalado.
De esta tumba brotó una planta desconocida con flores y frutos llamativos, que adornó la selva. Esta planta simboliza el amor y sacrificio de Mburucuyá. Se cree que refleja la pureza del amor verdadero, aprobado por los dioses.