Capilla y Fortín de Farruco: legados de la época colonial

Fortín de Farruco

El Departamento de Durazno, por hallarse en el centro latitudinal y longitudinal del Uruguay, tiene mucha historia que contar. El territorio que hoy se encuentra dentro de su jurisdicción fue escenario de acontecimientos históricos y un centro estratégico para movilizaciones militares, cuando la región estaba bajo el dominio de la corona española.

Dejan constancia de estos hechos históricos, la Capilla y el Fortín de Farruco. Reciben el nombre del propietario de las tierras donde fueron construidos, el señor Francisco Rodríguez, proveniente de Galicia. En la época, era común que a los inmigrantes gallegos se les llamara «farrucos».

La Capilla y el Fortín de Farruco se encuentran a pocos kilómetros y a mitad de recorrido entre los pueblos Sarandí del Yí y La Paloma. Se llega hasta allí desde la ruta nacional número 6 y tomando luego hacia el oeste por el Camino San José de las Cañas. Desde la ciudad de Durazno, se debe recorrer una distancia de 124 kilómetros.

Historia de la Capilla y el Fortín de Farruco

La historia de este patrimonio histórico comienza en 1780. Se ordenó la construcción de un fortín con el cometido de defender la región de los invasores. La estructura se terminó de construir en 1782 y por entonces se la conoció como el Cuartel de Asamblea de las Milicias del Yí. Tenía en su parte más alta cuatro cañones pequeños. De éstos aún se conserva uno que se exhibe en la localidad de Sarandí del Yí.

Capilla de Farruco

La construcción de la capilla es posterior a esta edificación defensiva. Se construyó con piedra labrada y techo de madera, con una arquitectura típicamente española y colonial. Se inauguró en el año 1797.

En ese mismo año, el gobierno del virreinato español ofreció el indulto a aquellos hombres que hubieran cometido delitos menores a cambio de incorporarse al Cuerpo de Blandengues y de seis caballos. La Azotea de Farruco, nombre con el que también se conoció al fortín, era el sitio donde debían presentarse quienes quisieran integrar la milicia.

El mismo José Gervasio Artigas, héroe nacional, dejó sus actividades de contrabando y el 10 de marzo de 1797 se presentó, probablemente en la dependencia de Farruco, para pasar a integrar el Ejército de Blandengues. Artigas llegó a residir en las instalaciones del cuartel y también se sabe que usaba la capilla para rezar.

Ruinas del Fortín de Farruco

En 1960, dos docentes e historiadores uruguayos, Aníbal Barrios Pintos y Juan Pivel Devoto, se dedicaron a la tarea de restauración de la capilla y el fortín. En 1989, estos edificios coloniales fueron declarados Monumento Histórico Nacional.

Desde 2011 y junto a estos edificios cargados de historia, se celebra anualmente en el mes de mayo la Romería de Farruco, un festival organizado por la Intendencia de Durazno. En esta fiesta hay comidas y danzas típicas locales y gallegas, jineteadas criollas, la celebración de la Queimada y todo tipo de manifestaciones de cultura gallega y uruguaya.