El Fantasma de Canterville del Palacio Salvo

Palacio Salvo

El 12 de octubre de 1928 fue inaugurado el Palacio Salvo. Su construcción fue impulsada por los hermanos Salvo, de ahí el nombre adquirido, y la obra estuvo a cargo del arquitecto italiano Mario Palanti.

Se encuentra en la esquina de la Avenida 18 de Julio y la Plaza Independencia, en la ciudad de Montevideo, capital de Uruguay. Antes de su construcción, en ese lugar se encontraba la Confitería La Giralda. Era un lugar de encuentro de figuras muy conocidas de la época, como la de Gerardo Matos Rodríguez, autor de La Comparsita, tango famoso que fue presentado por primera vez en ese lugar.

El Palacio Salvo es un edificio con un estilo muy particular que lo distingue de otros. En su estructura se pueden apreciar diferentes símbolos que se relacionan con la masonería.

Tiene 27 pisos, 370 apartamentos, y una altura de 95 metros, siendo en su época, la construcción más alta de Sudamérica, superado recién en 1935 por el Kavanagh de Buenos Aires. En la actualidad, la Torre de las Telecomunicaciones de Antel ha superado su altura, quedando por lo tanto en segundo lugar en Uruguay.

Intento de robo en el Palacio Salvo

En 1999, el empresario Ismael Rodríguez vivía en el séptimo piso de este edificio. Una noche, volvía a su apartamento cerca de las 23 horas. Entró al ascensor y cuando llegó a su piso recorrió el pasillo largo y oscuro, antes de abrir la puerta de su apartamento, alguien lo apuntó por detrás con un arma blanca y lo obligó a entrar.

Todos los martes, Rodríguez se encontraba con un socio que le traía siempre mucho dinero en un portafolio. El atacante conocía esta rutina y estaba dispuesto a esperarlo para llevarse la plata. El dueño del apartamento le dijo que ese día no vendría su socio, pero no le creyó y se quedó a esperarlo por casi una hora.

Palacio Salvo desde la Plaza Independencia

Ismael Rodríguez se ponía cada vez más nervioso y no podía hacerle entender que nadie vendría, pero en cuanto tuvo ese pensamiento, la puerta se abrió sola. Ambos vieron en el pasillo a un hombre alto, muy elegantemente vestido, todo de negro y con un paraguas largo. Rodríguez quedó sorprendido porque sabía de quién se trataba.

El atacante le preguntó quién era esa persona y sin dudarlo le contó la verdad. Le dijo lo que todo el mundo sabía en el Palacio Salvo, que se trataba de un fantasma. El atacante salió despavorido y se fue sin darse la vuelta.

El fantasma del hermano Salvo

Hermanos Salvo

Son muchos los relatos de personas que vivieron y trabajaron en el edificio, y siempre coinciden en haber visto la figura de un hombre con buen porte, semejante a un Dandy. Se cree que se trata del espectro de unos de los hermanos Salvo, que fue asesinado cuando iba al cine por un sicario el 29 de abril de 1933. Pudo disfrutar del edificio tan sólo cinco años.

Las personas que habitan en el Palacio Salvo aseguran haberlo visto en las escaleras y merodeando por el piso siete.  Uno podría pensar que tal situación provocaría miedo, pero nadie dice tenerlo. Los testimonios coinciden en que se trata de un espectro bueno, que ante situaciones extremas siempre está presente, ayudando a las personas. Muchos dicen que les ha traído suerte.

Otras historias del Palacio Salvo

Cuenta otra historia que una niña cayó por las escaleras y un buen hombre se acercó a ayudarla. Cuando fue a su casa a contar lo que le había sucedido, dio la misma descripción del hombre.

Según cuentan algunos habitantes del edifico, es muy común que las puertas se abran y cierren solas. Los porteros aseguran que los ascensores viejos y los modernos instalados no hace mucho, suben hasta el piso siete y luego bajan sin nadie adentro.

Otro testimonio es el de una inquilina, que una oportunidad se cruzó con un hombre muy bien vestido cuando subía las escaleras, al no reconocerlo, por inquietud, giro la cabeza para volver a verlo pero ya no estaba. Era imposible que bajara tan rápido los escalones.

En la actualidad, Ismael Rodríguez no vive más en el Palacio Salvo, pero sí es propietario de varios de los apartamentos de alquiler. Sus inquilinos cuentan que desde que se mudaron al edificio sus vidas cambiaron para mejor. Otros dicen que cuando se fueron, las cosas no les salieron tan bien: algunos quebraron y a otros les fue mal en sus emprendimientos.

Al estar convencidos que el cambio de vivienda había influido, decidieron regresar y sus vidas cambiaron automáticamente, reiniciando positivamente y con grandes progresos. Se cuenta que muchos se han vuelto grandes empresarios. Estudiantes con bajas notas han logrado tener buenas calificaciones.

En torno a estas historias se ha formado una leyenda: todo el que se mude debe saludar al salir y agradecer, los que no lo hacen sufren para peor cambios en sus vidas.